martes, enero 09, 2007

De todos es sabido que me gusta la Navidad por la vida, que soy de Reyes Magos más que de Papá Noel porque eso alarga las fiestas una semana y que me pongo campanitas en las orejas para jingelbellear a gusto y que todo el mundo sepa que soy abrazable, pero no por eso me agarro a ellas inconsistentemente como una niña tonta. Sé que las cosas tienen que acabar y lo demás es nigromancia. Si no fuera así no llegaríamos nunca a la siguiente casilla. O caseta. Si no fuera así jamás llegaríamos a la Feria de Abril, y a Dios pongo por testigo de que ya está aquí, desde esta mañana en la casa del vecino. Eso es empezar el año con buen ánimo (y con rebujitos, palmoteos y taconeos).
Y lo demás, leches.