sábado, noviembre 27, 2004



Hay algo en este tipo que me recuerda horrorosamente a mí. Y no es mi maniqueísmo; hace tiempo que me avergüenzo convenientemente de ese don de Jesusito y procuro no enseñarlo demasiado, me ahorro risas. No, creo que no es nada interior, evidentemente él tiene muchas más posibilidades de que le hagan presidente de EEUU que yo.
En realidad es otra cosa, algo físico, por supuesto. Oimoi.
(yo no ando como Mariano Ozores, aclaro)

Feliz Navidad a todos.

lunes, noviembre 15, 2004

Este fin de semana he hecho un viaje relámpago a Barcelona. Tanto, que lo único que ha calado hondo en mis sentidos han sido las 16 horas de autobús.
De las primeras ocho horas apenas recuerdo nada porque iba llena de emoción, incertidumbre y sueños locos, lo normal.
A la vuelta, tranquila y satisfecha (efectivamente algunos de mis sueños se cumplieron ¡metí en mi camastro hinchable a ésta O.o!) pude disfrutar plenamente del no hacer nada sin remordimientos, con Shakira en un loop de ocho horas y bajo un liriquísimo manto estrellado. Y nada, que una cosa llevó a la otra y al final acabé comparando la vastedad del universo con lo angosto de mi plaza 41 (ventana), a la de delante con un koala histérico y ahí me paré porque cambiaron el disco por uno de villancicos de los triunfitos.
Al margen de ese detalle que solventé cambiando a radiofútbol todo fue estupendo de veras, así que si estáis ya abriendo los comments para llamarme roñosita y decirme que me calle si no tengo nada bonito que decir podéis cerrar la ventana o mandarme un beso porque lo digo de verdad: no sólo adoro viajar en autobús sino que estoy completamente convencida de que me hace mejor persona (nótese aquí que no he llamado cerda insensible a la de delante, ni zorra. Los koalas son simpáticos).

Barcelona también me ha gustado, es incluso mejor que el Alsa.
O a lo mejor no es el autobús sino Shakira.

miércoles, noviembre 10, 2004

Seguramente los 24ºC que hay encima de mi edredón a estas horas de la madrugada sólo prueban que Dios es bueno y da oportunidades de redención a las personas, en este caso a los Presidentes de Comunidad que en su día hicieron propuestas como quitar la calefacción en Navidad que-ya-estamos-todos-calentitos con los güiscolas desbocándose por nuestras venas.

La incógnita ahora es si la indecente temperatura bajo mi edredón (y no, ahí no hay picardía, tan sólo una mujer que sufre) me habrá procurado el hervor que me faltaba para mañana por la mañana. O qué coño tendrá que hacer ese alma de cántaro para redimirse de esta cabronada. Y si podremos soportarlo.