Seguramente los 24ºC que hay encima de mi edredón a estas horas de la madrugada sólo prueban que Dios es bueno y da oportunidades de redención a las personas, en este caso a los Presidentes de Comunidad que en su día hicieron propuestas como quitar la calefacción en Navidad que-ya-estamos-todos-calentitos con los güiscolas desbocándose por nuestras venas.
La incógnita ahora es si la indecente temperatura bajo mi edredón (y no, ahí no hay picardía, tan sólo una mujer que sufre) me habrá procurado el hervor que me faltaba para mañana por la mañana. O qué coño tendrá que hacer ese alma de cántaro para redimirse de esta cabronada. Y si podremos soportarlo.