Soltera y madre en la vida es uno de los nombres que me van este puente. El otro sería Rodríguez o Ama de Llaves o algo así. Me han adjudicado dos casas: una es el sólido y confortable hogar familiar y la otra un céntrico y coqueto micropisito, ambas con bicho dentro. Así, tengo que repartir mi tiempo entre mi perro epiléptico y un adiposísimo gatito que para ir abriendo boca ha empezado las relaciones deshilachando mi mano a zarpazos mientras me dormía Metrópolis tirada en la cama (y es que curiosamente mi misión no es quitarle las cacas ni cambiarle el agua como podría pensarse, sino jugar con la mole sicópata esa para que no languidezca). Mi vida sigue siendo pura emoción, trepidante incluso, ya apenas se me nota la lobotomía ni nada.
Ilustraría todo esto con uno de mis bonitos y egóticos (¿EGO-ticos?¿e-GÓTICOS?) dibujos, pero temo que he sufrido un accidente y mis carnes ya no verdean más, tengo hasta pequitas. Y no queremos convertir a la pequeña Shirley en una Brenda17 cualquiera ¿verdad que no? Eso la mataría.