Retomando el hilo digo que una de las cosas que me caracterizan son las ganas de vomitar. (Ocurre) cuando me desquicio porque no entiendo lo que me lleva a meter la pata siempre con lo mismo o simplemente al verme de tertuliana con la delegación sueca (hoy debatimos: “Bisbal ¿sí o sí?” y “las cremas antiarrugas”).
Antes era un problema pero ahora no, los cabezazos contra el temple picado hacen milagros. Además deja una textura en mi frente que le da mazo de personalidad a mi habitualmente insulsa cara.