Anoche vino a verme el fantasma de las navidades pasadas. Un poco tarde, ya sé, pero en los últimos tiempos mi abuela andaba algo desorientada y dudo que la muerte haga mucho por mejorar la percepción espacio-temporal.
El caso es que vino, me dejó su mensaje y se fue.
Siguiendo la tradición familiar el mensaje era un digno ¿representante? ¿cohabitante? de los escatohaikus: "haz todo lo contrario a lo que deseas". Quienes me conocen saben que es un buen consejo para mí. Y qué coño, me alegré tanto de ver a la abuela que casi lo sigo. Casi. Entonces me acordé de Dickens y de Bill Murray. Y de toda la imaginería familiar. Aún me quedan dos fantasmas y no les voy a dejar entre bastidores, maquillados y con su texto en la punta de la lengua.
Y pienso que es triste que a mis 26 años no sepa jugar al poker. Una gran pérdida.