No sé si es el calor (mierda de tanteos los de blogger, añado) o los logros de las rebajas en mi autoestima (a partir de ahora subestima, para ganar tiempo ¿Cómo diantre me voy a sentir especial si les queda ropa de todas las tallas menos de la mía?), pero estoy francamente enojada y con ganas de gritar mucho y de partirle el cuello a la gente con la que me cruzo por la calle con gráciles molinetes de paraguas (premio que se merecen sin lugar a dudas desde la semana pasada, cuando lo del incendio, que quedarse como un pasmarote mirando una columna de humo no ya desde la distancia mínima de seguridad sino desde el otro lado del Retiro es de premio gordo con astillitas bajo las uñas). Una caca.
Y tampoco hay que leerse Miedo a volar porque es como un número muy atrasado de la Cosmopolitan con Bridget Jones de protagonista; ni ver Spiderman 2 porque para ver seres atormentados por demonios internos, secretos y dudas ya tenemos a Frodo, Hamlet, Tanis o incluso nosotros mismos en un momento dado (ay, cuánta razón tenías Salto, ni pa incondicionales ni ná) y encima con argumento. Y sobre todo, cuando un gotiquillo subnormal os pida perdón por existir jamás le digais que tienen más culpa sus padres que él porque será utilizado en vuestra contra y todos los días llamará con tono casual para que lo celebréis con él.
Pero vaya, que todavía no creo que tengáis la culpa de la rabia que me dais. Ni siquiera salgo con paraguas a la calle. Un besito.