sábado, julio 31, 2004

Últimamente tengo cuerpo de canción. Y por un momento creí que iba a tener que escribirla yo misma. Afortunadamente siempre quedará Niño Gusano para los que no hemos llegado aún a la madurez de los Planetas o de Astrud o de Pimpinela que viven cantándole a un amor cabrón (viajo muy ligero, pero no estoy orgullosa).
Todavía quedan canciones para nosotros, las víctimas del catorceañerismo lloriqueante:

Ángel Guardia

Del sombrero de copa salí,
a ese lugar yo quiero ir a vivir,
¿no ves que allí no necesito mapas?
Todas las palabras olvidé,
en estuches a medida los guardé,
se habla mejor con la boca cerrada.
Tráteme de usted,
soy mucho mejor que vos.
Iré hasta las puertas del borrador
el señor Tragalotodo me abrirá:
"no habrá visitas en tu nueva casa".
Tráteme de usted,
soy mucho mejor que vos.
Y la mujer policía me acompañará a mi domicilio ideal.
Y mi Ángel Guardia será el truco definitivo
para pasar un año sin parar de reír.
¡Qué bien sabe no existir!
Y la familia de mi familia
invitará al hijo suplente a cenar.
Y mi Ángel Guardia quemará todas las pruebas
que demuestren que un día estuve allí.
¡Qué bien sabe no existir!