Diez kilos de pellejo rubio y epiléptico van a hacer un vuelo al natural de unos treinta o cuarenta metros en cuanto consiga sacarlos de debajo de la cama que lo van a flipar. A ese cabroncete lo estan entrenando, lo sé, pero va a aprender a no ladrar a cada movimiento sigiloso que quiero hacer. Se va a enterar de lo que les pasa a los caniches chivatos que avisan a mamá de la hora a la que me despego del pecé. Seguiremos informando.