17 de Agosto de 1995. En algún lugar de Gijón.
Una joven anoréxica víctima del grunge y de la artesanía en cuero redecora su última camiseta jipi tamaño XL comprada a los peruanos de la Feria de Muestras con la leyenda "no quiero saber lo que piensas, miénteme".
A su lado, una imbécil integral encaramada a una silla de barbero, ejerce de Mr Scrooge aportando los comentarios mordaces a la escena mientras ve en la tele el canal portero automático.
Imbécil integral: Neña, que digo yo que si con ese cuerpo que me traes no te han dicho ya la pena y el asco que das, pues se me ocurre que la camiseta esta no tiene mucha razón de ser, ¿no?.
Joven anoréxica: (entre suspiros agónicos)......................................................(pon tu expresión de victimismo adolescente preferida).
Ocho años más tarde, en Madrid.
Ante la escasez municipal de madera de guindo, el ayuntamiento empieza con las expropiaciones a particulares. Mientras cae del suyo, la imbécil medita sobre la importancia de la frase, concluyendo que efectivamente la diarrea verbal es un asquito, pero ahí está.
La imbécil era yo, claro; como ahora.
Mientras escuchaba a mi voz interior representando el capítulo de los Simpsons en el que la gorra de Bart destiñe de rosa la camisa de Homer (y hay que ver qué bien hace las voces la jodía).