viernes, septiembre 12, 2003

Crónica de un Verano
¿Cómo descubrir cuál es de verdad tu repercusión? Por los bizqueos constantes, los saltitos y...
...y sí, que ya sé que he copiado la presentación en sociedad de la locura de Ofelia como si no tuviese ni principios ni decoro ni vergüenza. Por algo será.

Este verano ha crecido algo en mí, y se ha hecho fuerte. Ese algo ha conseguido dotar de chispita mis veladas en la cama; de hecho, ese algo le ha dado el empujón fundamental: ha hecho legítimo el nombre de VELADAS.
¿¡¡¡Qué le voy a hacer si soy una chica con ritmo!!!?? Pues nada, apechugar como una desgraciada, y si mi globo ocular quiere seguir el compás a la voz del presentador de los 40 principales (aportación generosa de mi querido y madrugador vecino) botando dentro de sus cuencas pues se le permite y ya está, que luego no se diga que no lo trato a todo él como a las niñas de mis ojos. Al fin y al cabo, ¿cómo podría hacer menos por ellos que por mis extremidades, que desde junio llevan dóciles al ritmo que marca el martillo neumático que vive abajo? Pues de ninguna manera, está claro.

Por todo esto quiero dar mi agradecimiento a quien corresponde, es decir, al que se le ocurrió que las paredes de papel eran una buena idea, al que pensó que una obra en verano desde las nueve de la mañana es menos molesta que en invierno y por supuesto a mi madre, magnífica orquestadora de las veleidades melómanas de mi perro en sus hits mañaneros "ya tienes los zapatos, jodía, a la puta calle" y "¿y ese sonid-oh? ¡oh! ¿será el del gas, el del agua?", porque sin todos ellos no me cabe duda de que estaría mucho más descansada, pero también menos curtida, en forma... coño, si es que soy un legionario vocacional (¿vacacional?).
VIVA EL AEROBIC.