Pues iba a escribir una bonita historia sobre los canguros que secuestran niños y les obligan a beber leche. Iba a contar como la leche te volvía frío, indiferente y cínico, y en general te dejaba con el trigo tó mugriento. E iba a concluir con una exhortación para todos los públicos: ¡niños! ¡nunca, pero NUNCA beban leche de canguro! ¿me entendieron?".
Pero he comprobado que si no es con un par de litros de cerveza por medio el personal deja de escuchar a la tercera frase o así, y no tengo mucha vocación de maestra-yoyas. Así que mejor lo dejo en que quiero que me quieran y que a mí me cuidaba mi abuela, de niñeras nada.
Que esponjosito quedó, je.
¿Mejor esto que lo del canguro? ¿alquien me escucha?